Breve introducción al haiku

“El haiku es el modo de conmoverse del japonés ante la naturaleza, es la expresión de eso que le ha hecho sentir” – Vicente Haya.

La definición de haiku que se ha mantenido en occidente durante mucho tiempo es la de un género de poesía japonesa que se estructura en tres versos, tiene 17 sílabas y mantiene una estrofa de 5-7-5, sobre tema natural.
Sin embargo, si nos adentramos un tanto en el mundo del haiku, si nos paramos a leer un puñado de ellos y nos fijamos, nos daremos cuenta de que no puede reducirse todo a esa definición.

Para empezar, no hay duda de que es japonés, pero que sea poesía no está tan claro. No contiene figuras literarias, es puramente objetivo, en ocasiones es más un arte fotográfico que literario.
Luego, no siempre tienen 17 sílabas, podemos encontrarlos de entre 8 a 23. Como tampoco están siempre organizados en tres versos, pudiendo variar entre 1 y 4. Y lo mismo se aplica a la métrica 5-7-5, que presentan, aproximadamente, tan sólo la mitad de los haiku.
Por último, la temática también puede variar, abunda la naturaleza, pero a veces se menciona la compasión, la intimidad, las personas…

Veamos unos ejemplos de haiku “salidos de la norma general”:

秋風の                                Aki kaze no                            Con viento de otoño
石を拾う                            ishi o hirou                             recojo una piedra

一羽来て                             Ichiwa kite                             Viene un ave
啼かない鳥である           nakanai tori dearu              es un pájaro que no canta

Estos dos ejemplos de Santōka son de 2 versos, uno 5-6 y otro 5-8, que no llegan a las estrictas 17 sílabas, y sin embargo son perfectamente válidos como haiku.

短夜や                                   Mijikayo ya                              La noche corta de verano
小店あけたる                     komise aketari                       Una pequeña tienda abierta
まちはずれ                         machihazure                           a las afueras  de la ciudad

En este de Buson, vemos que sí se mantiene la métrica de la definición, pero sin embargo el tema no es la naturaleza.
Además, en los tres casos podemos ver la ausencia de figuras literarias y cómo se describe la realidad tal como es, sin adornos y libre de subjetividad, por lo que no podemos denominar al haiku poesía.

Lo que está claro es que un haiku tiene que ser breve, tanto como sencillo. Se debe expresar aquello que queremos decir de forma directa, no hay segundas intenciones en él. Y para ello es necesario usar un lenguaje sin florituras que pueda alejar la atención del instante mismo que se está describiendo.

Por esta última razón, tampoco se puede incluir el yo en un haiku, no podemos usarlo para hablar de nosotros mismos, de nuestras emociones, creencias o valores, todo eso debe quedar totalmente fuera. Para todo esto existen otros géneros más adecuados de los que quizá hablemos aquí en un futuro; pero el haiku fue creado para expresar lo externo a nosotros, lo que hay fuera, y no podemos enturbiarlo añadiendo nuestra figura. Sería algo así como la diferencia entre sacar una fotografía de un paisaje con y sin nosotros, si queremos representar fielmente la realidad de ese paisaje, nosotros no pintamos nada en él.


草の葉を落つるより             Kusa no ha o ochiru yori         
飛ぶ                                            tobu                                              
                                            hotaru kana                      
Hasta que no se cae
de la hoja de hierba...
¡No echa a volar la luciérnaga!  - Bashō

Y todos estos versos, esta necesidad de expresar con palabras la realidad, nacen de algo concreto, algo que necesariamente debe anteceder a todo haiku: el aware.
El aware es una emoción profunda que despierta el mundo en nosotros, algo que presenciamos y nos transmite un chispazo, algo que nos impresiona de algún modo; sentir el aware es la única condición que se nos impone para poder escribir un haiku.
Pero va más allá, no sólo es el permiso para escribir, es la obligación. Si has recibido esa emoción estás en deuda con el mundo por ello, y la forma de corresponderle es compartiendo tu asombro con los demás, dejar constancia de ello para despertar ese mismo aware en otra persona al leer tu haiku. Esa es su finalidad.

A través de la escritura, el haijin (escritor de haiku) se va entrenando en una nueva manera de percibir el mundo, se deshace del yo y de lo artificial para estar plenamente atento a todo lo que le rodea. Porque todo, por insignificante que pueda parecernos, es motivo de haiku; lo es en tanto que forma parte de la realidad y eso para un japonés es el motivo en sí mismo, es algo sagrado. Y es este concepto de lo sagrado lo que hace tan importante el haiku para la cultura japonesa, porque es la representación de su mística, de ese sentimiento de asombro hacia todo lo que les rodea, hacia ese mundo en el que se sienten profundamente agradecidos por poder vivir.
Así, el haiku no sólo es inseparable de la vida, sino que además nos acerca a ella, nos enseña a percibir la realidad sin ruidos ni distorsiones, nos la presenta tal cual es, y tenemos el deber de mostrarla de igual manera a los demás para que también la conozcan. Es una toma de conciencia del aquí y el ahora, de decir “esto es lo que me rodea”.

Pero no sólo hay que mostrar el paisaje, como si de una postal se tratara, es necesario esforzarse por plasmar las relaciones que hay entre los elementos que vamos a incluir en los versos. Porque eso es lo que verdaderamente compone el mundo, es a través de esas relaciones por donde circula la energía que lo envuelve todo para los orientales.
Pongamos como ejemplo el mismo haiku de Shūōshi que aparece en el libro Aware pare representar esta interrelación:

鴨渡る月下蘆荻の音もなし               Kamo wataru gekka roteki no oto mo nashi
Los patos salvajes cruzan el cielo,
la Luna, las cañas
también en silencio

Aquí se nos muestran una serie de elementos que no podrían dar lugar a un haiku si no se retratase también la relación existente entre ellos, que en este caso es ese silencio que lo inunda todo y que pone en armonía a los patos, la Luna, las cañas e incluso al haijin que observa la escena.
Si no somos capaces de percibir las relaciones que existen entre las cosas, no podremos encontrar la belleza en el haiku. Y de igual manera, si no conseguimos apreciar el haiku, si no sentimos el aware que contiene, no acabaremos de entender la cultura japonesa, ya que en él se encuentra la sensibilidad misma de su gente. Está instalado de tal forma en el corazón antiguo de Japón, que sin él tampoco se comprenderá su cultura.

Como ya podemos empezar a intuir, vemos que escribir y comprender el haiku, va mucho más allá de escribir poesía. Se trata de un camino espiritual, una práctica de la que poder servirnos para mejorarnos a nosotros mismos y a los demás a través de él. El haijin busca cambiar, ser mejor que sí mismo, y para ello hay que sentir más, hay que ser más sensibles. La mística del haiku nos lleva a agrandarnos para que el mundo quepa dentro de uno mismo. El místico es tan grande como el propio universo.
Y esta es la verdadera intención de este arte, de este camino espiritual, del haiku-dō.

Bibliografía:
- Vicente Haya, Aware, Iniciación al haiku japonés. Kairós, 2013
- Vicente Haya, Haiku-do. Kairós, 2007

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